martes, 12 de julio de 2011

Copio una entrada en el blog: "UNA Y MIL NOCHES": EL LEGADO

UNA Y MIL NOCHES , el blog del maestro "Panchito", Fernando Hidalgo, publicó esta entrada hace unos días.  Con motivo de su venta en Kindle de Amazon y próximamente en 24symbols, la copio íntegra por ser original, con vídeo incluido:

Los documentales sobre la Segunda Guerra Mundial no se acaban nunca. ¡La última gran guerra!, ha habido después otras, pero nunca tan universales, que conmoviesen tanto los cimientos de la civilización. Hoy pasaron en el Canal Historia otro de esos documentos gráficos sobre el nazismo que, por sabido que sea ya casi todo, siempre son interesantes.
—Parece mentira que ese hombrecillo ridículo pudiera poner en jaque a medio Mundo —ha comentado Elisa al ver unas imágenes de Hitler. 
La verdad es que el führer no parecía gran cosa, con su cuerpo menudo, su bigote a lo Charlot y el grotesco saludito que hacía, entre los aguerridos y marciales hombres de su ejército, con los brazos impecablemente extendidos. Pero a veces las cosas no son lo que parecen.
—Hitler fue un monstruo de crueldad como pocos ha habido en la historia, Elisa, pero te aseguro que no era ningún hombrecillo ridículo. Hasta ahora ha sido el único líder político que pudo hipnotizar a ochenta millones de personas y conducirlas a un destino trágico. No seas ingenua...
Ella quedó pensativa, con gesto contrariado. No se le ocurría qué decir pero era evidente que no comulgaba con mi punto de vista. Así que continué:
—Fue el primero que aplicó rigurosamente técnicas de psicología para el control de masas, algo que intentan  ahora casi todos los políticos. Ellos anulan tu voluntad. Han descubierto el modo en que funciona la mente humana y son capaces de manipularla. Si los escuchas, si los sigues, no hay escapatoria...
—Oye, eso me da más miedo aún que la conspiración de la que hablábamos ayer...
—Es que esto ES la conspiración. Empezó a través de los magos de salón y mesmeristas y se ha continuado con la Prensa y los psicólogos...
—¿Con los magos? —Había más incredulidad que sorpresa en su pregunta.
—Ellos sabían mucho sobre sugestión, eran verdaderos psicólogos antes de que la Psicología se descubriese. ¿No has oído hablar de Erik Hanussen?
—Nunca —confesó Elisa.
—Pues deberías leer El Legado. Su verdadero nombre era Hermann Steinschneider, y paradójicamente era judío. En el principio de esa novela, Blanca Miosi explica todo tal como debió de ser.





El mejor acierto de Blanca Miosi en El Legado es haber imaginado de qué modo pudo un ocultista, un parapsicólogo, un mesmerista, ayudar a Hitler a trepar al poder. No debió de ser a base de conjuros secretos ni pócimas de ojos de murciélago, sino con consejos como los que recoge este fragmento del capítulo III de la novela:




  —Empecemos por darle a usted un título —prosiguió Hanussen como si estuviera en trance—, un gran nombre aparte del que ya tiene, que será recordado eternamente por todo el mundo. ¿Qué le parece... «Führer»?
  —Führer... Sí. Me gusta —afirmó Hitler—, ¡el Führer! —repitió en voz alta levantando la barbilla.
  —También debe instaurar un saludo específico para su persona y su partido. Los romanos acostumbraban saludar al César con un: Ave César, y un ademán muy reconocible: extendían el brazo en dirección a su persona. Algo así como esto:
  Hanussen se situó delante de Hitler y, después de juntar los talones de sus zapatos ocasionando un ruido seco, levantó el brazo hacia él y dijo en voz alta:
   —¡Heil Hitler! —Retomó su postura anterior y preguntó, sabiendo que lo había impresionado—: ¿Qué le parece?
  —Me gusta. Es usted un genio. ¡Heil Hitler! —exclamó con excitación— ¡Ese será el saludo!
  —Y han de hacerlo todos, no sólo al dirigirse a usted, sino entre ellos. Y cuando la multitud que lo aclame se reúna frente a usted, ¿se imagina cómo se verán esos miles de brazos levantados en su dirección? No sólo es un saludo, no —enfatizó Hanussen—, arrastra una fuerza detrás, y toda la energía proveniente de cada uno de esos fervorosos brazos lo transformarán a usted en el Führer que tanto desea ser para su patria. Usted contestará al saludo con un movimiento del brazo, indolente, algo echado hacia atrás, como atrapando la fuerza. No debe otorgar ese poder a nadie.

  —Comprendo perfectamente. En cuanto a cómo hacer para captar la atención de la gente,  puedo aprender.
  —Ensaye usted frente a un espejo. Es importante saber actuar, y que cada gesto suyo se vea tan convincente que parezca real.

El Legado, copyright Blanca Miosi.