Lo primero que se me viene a la mente luego de haber disfrutado la lectura de El Legado es la facilidad de la autora para narrar y mantener el interés del lector a través de 411 páginas. Escrita en un lenguaje directo, sin rebuscamientos —aunque no trepida en usar figuras literarias para graficar situaciones, el entorno o a sus personajes—, la novela va dando forma a la fascinante saga del ilusionista circense Hermann Steinschneider, que viene a ser la encarnación del mítico Eric Hanussen, personaje esotérico que aconsejó a Hitler antes de su llegada al poder en Alemania, y que después desapareció en extrañas circunstancias. No obstante, en el libro, Conrad Strauss, o Eric Hanussen, posteriormente, funda un imperio de enormes ramificaciones de poder, tanto en lo económico como en los aspectos herméticos. Este escenario histórico es el que sirve de guía a un relato basado en hechos verídicos y de ficción, con diversos personajes fascinantes, imágenes de la época pre y post II Guerra Mundial, y en aquella revolución utópica de los años sesenta que no fue.
La intervención de un emisario del destino, Señor de Welldone, hace las veces de Mefistófeles en Fausto, de Göethe, y otorga a Hermann inmensos poderes mágicos, que él nunca imaginó llegar a alcanzar, para que los utilice en bien de la humanidad y no caiga en la ambición o codicia de sus predecesores. Mas, la tesis del libro es que el destino es inexorable, y que más pronto que tarde, el hombre no cumplirá con las expectativas que se pusieron en él, siendo finalmente merecedor del castigo o la pena que pactó para tener dichos talentos. Libre albedrío versus destino juegan un rol protagónico en la novela, pues el hombre es falible y, aunque no lo desee, o actúe de manera diferente, el cauce del río siempre vuelve a su lecho.
La veracidad de los hechos históricos comprueba una meticulosa investigación de la autora, los que son recreados con elementos de ficción muy creíbles, que construyen un argumento ágil y atrayente. La primera parte nos muestra todo el entramado del ascenso al poder de un personaje histórico, quien creía fervientemente en el ocultismo, y basaba muchas de sus decisiones en las predicciones astrales, hecho que Hanussen aprovechó en beneficio propio, olvidándose de su promesa inicial, hasta que caer en desgracia producto de sus propios poderes.
Entretanto, hace su aparición Alicia, la amante de Hitler, quien a mi juicio es la protagonista de la novela en su segunda parte. Todo el argumento gira en torno a sus acciones u omisiones. Alicia está tan bien caracterizada que puedes verla y sentirla a través de las páginas. Por su romance con Hitler se van desprendiendo del roquero los primeros pedruscos que terminarán en la avalancha de la tercera generación de Hermann Steinschneider, la caracterización del poder en manos no adecuadas.
Para mí, el final es abierto, pues en el testamento de Conrad Strauss se habla de la imperiosa necesidad de evitar el nacimiento de la tercera generación de Hitler, la que sería peor aún que el mismo Führer. Sin embargo, los últimos pensamientos y acciones de Oliver Adams, hijo de Sofía —quien es a su vez la hija de Hitler— y de uno de los fundadores del movimiento hippie, hacen presagiar que la maldad está impregnada en el alma de este joven, quien tomará posesión de la vasta fortuna de su bisabuelo. En verdad, la maldición recae sobre la descendencia de aquel a quien se le dio el poder y no sobre otras personas.
Recomiendo leer este fascinante libro, y creedme que no los defraudará en absoluto. Es una gran novela.
Enhorabuena Blanca.