lunes, 20 de julio de 2009

El legado, crítica de Fernando Hidalgo


El legado, la hija de Hitler, de Blanca Miosi, es una novela que impone su propio ritmo. Desde el comienzo, la acción aparece ante los ojos del lector de un modo casi cinematográfico; el narrador es transparente, una voz que susurra en nuestra imaginación, creando en ella escenas tan vívidas como si las estuviésemos viendo en la realidad. Las descripciones son las precisas; ni faltan los detalles necesarios ni se extienden en aspectos superfluos que nos distraigan del hilo. Pero, además, la narración deja paso constantemente a escenas dialogadas, donde los personajes hablan y se mueven por sí mismos, sin intermediarios, mostrando toda su autenticidad.

 La historia se centra en un personaje real, Erik Hanussen, reconocido esoterista ubicado en Centroeuropa poco antes de la segunda confrontación mundial. Este 'mago' fue colaborador de Adolf Hitler, a quien ayudó a llegar al poder. En los primeros capítulos Blanca Miosi nos muestra los inicios de Hanussen y el nacimiento de ese poder, con elementos esotéricos y mágicos, como la aparición del Señor de Welldone -una especie de Saint Germain- con sus profecías y enseñanzas pero también, y sobre todo, con elementos científicos como la hipnosis y la psicología aplicada a las masas. Adolf Hitler fue quizá el primer embaucador que utilizó métodos propagandísticos para llegar al poder y adueñarse de la voluntad del pueblo, y eso fue gracias a Hanussen. Las escenas entre ambos protagonistas son de lo mejor de la novela y de lo mejor que se haya escrito nunca sobre Hitler, lejos de tópicos y estereotipos. El Fhürer pudo quizá ser un monstruo de crueldad sin límite, pero nunca el hombrecillo ridículo que nos presentan habitualmente. Sería pueril creerlo.

 La muerte del mago nunca fue completamente acreditada, algunos sospecharon que sobrevivió, hipótesis que aprovecha la autora para desarrollar el resto de la trama. Oculto en un refugio inexpugnable, Hanussen ve cómo las profecías de Welldone se van cumpliendo una a una, llevándolo a la desesperación, pues su sangre se mezcló con la de la bestia (su propia hija quedó embarazada por Hitler) y ello habría de traer con el tiempo desgracias aún mayores, que él lucha por evitar. La historia nos lleva a través de cuatro generaciones, con un relato lleno de acontecimientos inesperados hasta conducirnos a un final sorprendente.

 Estoy seguro de que leer algo bien escrito produce placer por sí mismo, independientemente del contenido de la historia que se lee, una especie de estado alfa, de perfecta comunión entre dos mentes en sintonía. Creo que éste es el secreto de los libros de éxito. El legado es una de esas pocas novelas que nos mantienen en estado alfa de principio a fin y que nos dejan un sabor nostálgico, casi triste, al terminarlas; adictiva como una droga, sus cuatrocientas once páginas me han sabido a poco.


Mi felicitación, apreciada Blanca.