lunes, 21 de diciembre de 2009

LA TRIBUNA de Ciudad Real-Digital:


GROSSE DEUTSCHLAND


José Rivero, periodista de La tribuna, hace una análisis del fenómeno de los espectros del pasado político europeo:


Ahora a los veinte años de la caída de Muro de Berlín y de la consecuente reunificación de Alemania, vuelven a visualizarse los espectros del pasado anterior a 1989. Al igual que los pasados Mundiales de Atletismo de Berlín, han permitido celebrar los setenta y tres años del Olympiastadion, diseñado por Werner March en 1935 en otra celebración del pasado mudo. Pero no sólo los espectros políticos y económicos derivados de esa reunificación costosa; sino otras imágenes del pasado que deben ser interrogadas con detalle. Como ya ocurriera con la exposición de 2007 en el Deutschen Historichen Museum del Zeghause berlinés, sobre ‘La vida cotidiana en la RDA’; que mostraba los avatares y las vicisitudes previos al segundo hundimiento, el hundimiento del Socialismo Real vía Perestroika de Gorbachov y vía Glassnot de la vieja nomenclatura soviética y berlinesa oriental. El primer hundimiento, el de la cancillería hitleriana desarrollado espléndidamente por Joachim Fest, ya fue anotado cinematográficamente con un Bruno Ganz encarnando al mismo Hitler de abril de 1945.
Como si todos los espectros del pasado en sus formas fantasmales, tuvieran como única finalidad el retorno constante al presente. De ese pasado previo a las dos Repúblicas natas en 1949, ya la República Federal ya la República Democrática, derivadas de los sectores de ocupación de las potencias aliadas. De ese pasado de la Grosse Deutschland que ya era el Tercer Reich o el Reich de los mil años, vuelven a desplegarse miradas diversas.
Una Grosse Deutschland que desplegó conceptos anexionistas al amparo de la política del ‘Lebensraum’ o Espacio Vital; y desde allí se produjeron tanto la ‘Anschulss’ que se tragó a Austria y el más elaborado de ‘Drang nach osten’, para absorber Polonia o los Sudetes y desparramarse por el este antes de la Operación Barbarroja. Un este, el ‘Ost’, que ya tras 1989 produce lo que han llamado ‘Ostalgie’; es decir nostalgia pese a todo, por el modo de vida de la desaparecida República Democrática Alemana en sus cuarenta años de vida y en sus veintiocho años del cierre berlinés por el entramado lineal del viejo muro.
Quizás el desvanecimiento de la división territorial, operada tras la capitulación de mayo de 1945, se haya activado, lentamente sobre todo, con nuevas miradas cinematográficas: desde Alexander Kluge a Fassbinder, desde Völker Scholondörf a Wim Wenders. Por no hablar de esa mirada, monumental en su duración de más de quinientos minutos, provocada por el film ‘Shoah’ de Lanzmann, que han pasado este verano en la televisión nacional a horas intempestivas de un verano impertinente. Igual que resultó crucial para esas indagaciones de un pasado dividido pero antes unido y triunfal, el trabajo de Syberberg de 1977, ‘Hitler a film from Germany’; continuado años más tarde por ‘Un sueño alemán’. Un sueño raro del que alguien despierta tras la debacle del ‘Berliner mauer’ en su existencia iniciada en 1961. Como ocurriera con el ‘Good bye Lenin’, donde una vieja camarada regresa a la consciencia tras lo imparable de la historia. Un tráfago inquieto que se visualiza en los anuncios de Sony y Coca Cola sobre los edificios de Alexanderplatz, cerca de la Karl Marx Allee. Miradas prolongadas con ‘La vida de los otros’ de Floran Henckel o con ‘La ola’ de Dennis Gansel, que tratan de entender lo que fue pasando al compás de los acontecimientos.


Incluso desde nuestra orilla española, se han producido miradas sorprendentes desde la ficción. Como resulta de las novelas de Ignacio del Valle ‘Los demonios de Berlín’ y de Blanca Miosi ‘El legado: la hija de Hitler’. Para reflejar, que pese a todo, queda mucho por contar y por escribir. Que, pese a todo, la luz macilenta del ‘Führerbunker’ es aún un poco ‘dunkler’. Es aún, una luz oscura y apagada.